Creo que todos, en nuestra infancia, hemos utilizado cuadernos de colorear. Cuadernos en los que un dibujo de linea nos define las zonas a las que debemos aplicar color. Aunque no recuerdo bien los cuadernos de mi infancia, he tenido ocasión presenciar en los últimos años como sigue enganchando este proceso artístico, tan sencillo, a los niños de hoy.
Hoy día asistimos a un gran boom de edición de cuadernos "creativos". Algunos de ellos son atractivos libros, que proponen actividades mucho más variadas que el simple hecho de colorear una lámina con un personaje de Disney. Muchos de estos cuadernos va dirigidos a un público infantil, pero algunos, por su complejidad o temática, buscan también interesar a un público adulto. Cuadernos de dibujar y colorear, coloreado de mandalas, papiroflexia, zentangle y muchas otras actividades manuales. Todo ello además en cuidadas ediciones, empleando papeles muy agradables al tacto. ¡Lo que hubiera disfrutado si todo esto hubiera estado accesible cuando yo era niño!
La editorial francesa Solar está editando la colección "Les cahiers Harmonie". Ha publicado ya una breve selección de títulos muy interesantes. Entre otros aparece ahora el cuaderno "Amérindiens", que he tenido el gusto de ilustrar. Son cien láminas con motivos inspirados en la cultura artística de diversos pueblos nativos americanos; aztecas, incas, mayas, sioux, mohicanos, apaches, mapuches, entre otros. Son motivos tanto geométricos como figurativo. Los motivos son, por regla general, más complejos y con proliferación de detalles que los de los cuadernos para niños.
El libro tiene una introducción a cargo del editor —con el que he trabajado de manera muy fluida— en el que identifica la expresión de la creatividad como una fuente de curación. Para los niños pequeños, colorear laminas es un reto; aplicar el color de manera más o menos uniforme sin salirse de los límites que marcan las lineas del dibujo les va enseñando a controlar con precisión sus músculos. A alinear la visión y en movimiento. Estos libros, dirigidos por su complejidad de los motivos a un público preferentemente adulto, proponen hacer de este sencillo ejercicio algo parecido a una técnica de meditación, en linea con los mandalas que realizan los monjes tibetanos. Quizá no parezca tan evidente, pero esta dimensión de ejercitación mental, está también ahí. Al centrarnos en algo tan sencillo como poner color a estas láminas, podemos traer suavemente nuestra mente de manera continuada al momento presente —y por tanto dejar a un lado nuestras preocupaciones cotidianas— realizar una actividad que al no considerrla importante, no juzgamos demasiado el resultado, y por tanto no produce tensión. Puede convertirse pues en una actividad relajante que refresca nuestra mente.
En el proceso de hacernos adultos, en nuestro sistema educativo, es fácil olvidar la felicidad que aporta la creatividad; ya venga esta en forma de baile, dibujo, o cualquier forma de manualidad. Pero aunque hayamos dejado dormir nuestra capacidad de dibujar, la de colorear es algo que es muy fácil recuperar y nos puede aportar muy buenas sensaciones y conectar con el niño que todos llevamos dentro.
Al lado de este texto puedes ver una de las cien láminas que aparecen en el interior de este cuaderno.
En mi caso, haca mucho que olvidé esta actividad, quizá me reencuentre con ella ahora. En todo caso, me siento agradecido por poder seguir explorando este campo de la creación artística en mi trabajo cotidiano, aunque la una parte importante de este lo realice por intermediación de la tecnología.
Me voy a permitir recomendarte si te interesa el dibujo, y especialmente si tienes niños, que no dejes de interesarte por estos materiales; se puede encontrar fácilmente en muchas librerías. Encontré una fantástica representación de estos materiales en la librería del Museo Nacional de Arte Reina Sofía.
2 comentarios:
Un sencillo método para, desde la intropección, indagar en la infancia hasta llegar al presente y proyectarse al futuro.
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